20.4.07

La sociedad como emoción (La sociedad emocional)

Federico Pérez García
Maestría en Estudios Políticos y Sociales
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM


Es algo ya sabido que las emociones constituyen un elemento esencial, a la vez paradójico y muy complejo, de la existencia humana. Desde hace décadas diversas disciplinas y ciencias como la filosofía, la biología, la psicología clínica y social, dedican sus recursos al estudio de las emociones. De igual modo podemos ver que, aunque no ha sido su tema central, el ámbito emocional tiene presencia significativa en algunas modalidades historiográficas[1], así como en la antropología en donde se han planteado algunas nociones interesantes a este respecto, hasta el punto de reconocer que muchos de los estudios etnográficos se corresponden a una nueva línea llamada “Antropología de las emociones”[2]

Sin embargo, dentro de la historia de la sociología las emociones han tenido poco interés en función de una trayectoria de fundamentación científica y de distinción disciplinaria que ha hecho coincidir tanto el privilegio por fenómenos subjetivos mediados racional, cognitiva o simbólicamente, como la exclusión de planos de la vida social que se han considerado pertenecen al nivel individual. Esto ha llevado a que el campo emocional presente distintos tratamientos que van desde el menosprecio hasta ser tratado como complemento de fenómenos y problemas sociológicos particulares. En este último caso lo emocional, tomado como una dimensión más de un objeto de estudio, es explicado mediante fuentes disciplinarias distintas a las sociológicas, especialmente las provenientes de la psicología clínica.

De todas maneras, la relevancia que tiene el campo emocional en la vida social ha llevado a que en las últimas décadas se abran interesantes debates dentro del discurso sociológico (Bericat, 2000). En lo general dichos debates tratan de establecer cuál es el tipo de relación que se establece entre dicho campo y la sociedad. Como se dirá más adelante, el problema de algunas de estas corrientes consiste en que quedan atrapadas dentro de un círculo que trata de determinar cual de estos dos polos es el que influye y condiciona al otro.

El presente proyecto de investigación representa un intento para salir de este atolladero, apostando a la posibilidad de generar marcos comprensivos para el análisis social a partir de connotaciones afectivas y emotivas que se desarrollan junto con otros factores de interpretación y generación de sentido de las prácticas, fuerzas y proyectos sociales. Es claro que esto implica explorar de inicio elementos o criterios alternativos de fundamentación cognoscitiva y científica que, a diferencia de aquellos que les ha otorgado a las emociones un papel secundario o negativo, permitan dar cuenta de su capacidad heurística, es decir, de su función como ángulo de lectura de lo social, sin tener que quedar presos de dos dicotomías fundamentales, a saber: la dicotomía racional no racional y la dicotomía individuo sociedad.

La sociedad como emoción o La sociedad emocional, nombre con el que hemos titulado nuestros esfuerzos, más que plantearse en el plano de una teoría explicativa sobre la sociedad, representa un bosquejo de ciertas líneas discursivas y conceptuales que permitan considerar a las emociones como un punto de partida para someter a indagación la red de conexiones y prácticas que arman el tejido de los lazos sociales y, por tanto, las formas que adoptan muchos de los fenómenos, objeto de estudio para la sociología. Esta tesis a defender descansa en el propio concepto de emoción, cuyo significado básico en latín es el de acto de remover; y del verbo emotio, el cual tiene como significado alejarse y moverse. Desde esta misma definición compleja (que parte también de la raíz motion con significado de moverse y emoción al mismo tiempo) es posible rastrear distintas posibilidades conceptuales que, sin lugar a dudas, comparten el criterio del movimiento y la constitución de realidades sociales. Por ello es posible afirmar que el ámbito emocional puede jugar un papel capital como marco de comprensión para diversos mundos de relación e intercambio social.

Este lugar de las emociones que queremos explorar radica en el hecho de que los procesos de apropiación del mundo y las formas a reaccionar, ejercer acciones y posiciones frente a otros seres humanos descansan en mecanismos perceptuales y cognitivos, los cuales están en la base de procesos como la memoria, raciocinio, jerarquización y clasificación del mundo social. Además de que las emociones también son un foco crucial de interés en el proceso de moldeamiento y ordenamiento colectivo. En este sentido, las emociones son parte fundamental de los fenómenos de influencia, cohesión y control que las sociedades ejercen sobre sus miembros.

Pero también las llamadas estructuras sociales que establecen los márgenes para los procesos de apropiación del mundo, de gestión de la vida social, de generación y resolución de conflictos (sean políticos, económicos o religiosos, entre otros) no sólo son influenciadas por los patrones emocionales de los miembros de una cultura. Tales estructuras también pueden ser consideradas, en sí mismas, como formas colectivas de constitución y expresión afectiva y emocional que operan dentro de un rango contextual determinado. Así, fenómenos tales como los demográficos, de aceptación de proyectos, de respuestas políticas, de operatividad de modelos económicos; o de conflictos violentos que se traducen en guerras, rebeliones, revoluciones, problemas de coexistencia cultural, migraciones, entre otros, están imbricados y muchas veces capitalmente impulsados por componentes emocionales como el miedo, la evitación, el odio o la simpatía, que se generalizan empujando respuestas colectivas de todo tipo.

Si se reconoce este papel de las emociones, entonces cabe preguntarse por la posibilidad de trasladar su estatuto de fenómeno o componente de la vida social a un plano de categoría con funciones de estructuración de discursos sociológicos, es decir, con funciones analíticas y de generación de discursos orientados a convertirse en marcos de referencia conceptual.

Planteamiento del problema
Como punto de partida volvemos a reiterar que la sociología en lo general ha prescindido de alguna manera de una posibilidad de lectura que incluya los afectos, las pasiones, los sentimientos o las emociones. Ciertamente, los ya clásicos debates sobre la distinción entre estructura y sujeto, objetividad y subjetividad, para mencionar a los más conocidos, abrieron desde tiempo atrás las puertas a una serie de opciones de lectura que permiten ver la vida social y la constitución de sociedades, más allá de la mera determinación mecánica de fuerzas estructurales sobre sujetos que quedan en calidad de receptores vacíos y pasivos. Así, desde las nociones del “sentido mentado” en Weber, de la “conciencia y representación social o colectiva” en Durkheim y Moscovici, hasta el “mundo de la vida” en la fenomenología social y en Habermas; incluyendo las nociones de subjetividad social, intersubjetividad, identidad y simbolización en diferentes escuelas de sociología crítica, hermenéutica y comprensiva, entre otras, expresan esta búsqueda del discurso sociológico para salir de las visiones deterministas, mecánicas y rígidas. Esto por medio de ingresar los fenómenos subjetivos y de producción de sentido dentro de las dinámicas objetivas de determinación política, económica o social.

Sin embargo, estos y otros ángulos de lectura no han rebasado el umbral de los fenómenos ideacionales, es decir, de aquellos fenómenos subjetivos que aunque sean catalogados dentro de las “estructuraciones profundas”, son mediados, por definición, cognitivamente en forma racional o simbólica de cualquier tipo. Con ello, han dejado fuera fenómenos ligados a la construcción de sentido que, como las emociones, por no ser “tematizables” de origen, es decir, traducidos en cualquier forma de objetividad (imagen, idea, cosmovisión, símbolo, lenguaje), son enviados al estatuto de fuerzas ininteligibles, indeterminadas, oscuras o bien clasificadas dentro del campo de las vivencias inmediatas del sujeto. Con ello se asume que no pueden ser incluidos en el terreno de la organización de la experiencia ya que no son susceptibles de ofrecer una lógica de sentido y de sentido social, menos aún producirlo. Pero como hemos dicho desde el principio, esto representa un déficit considerable en la exploración de los mecanismos que constituyen las realidades sociales. En estos términos, las necesidades de abrir cauces a otras alternativas de lectura se hacen evidentes. Como nos dice Renato Rosaldo[3] en su crítica a las limitaciones del método de interpretación de los significados culturales: son parciales y a todas luces reducidos los alcances de la comprensión basados en registros “neutros” que se apoyan en teorías y ángulos de lectura que no toman en cuenta el plano afectivo. Sin la entrada de la intensidad emocional de los sujetos bajo estudio, tales interpretaciones son igual de vacías e insustanciales que aquellas otras basadas en paradigmas no comprensivos. Así, ritos, creencias, valores, mecanismos de identidad, prácticas religiosas, patrones de organización social, entre otros, no pueden ser comprendidos a cabalidad sin una consideración de las emociones que están involucradas y muchas veces dominando el espectro de fuerzas que condicionan o producen tales fenómenos.

En este marco, repetimos, el problema central de este proyecto es explorar criterios que permitan desarrollar una alternativa de lectura que colabore a subsanar tal déficit. Para precisar con más claridad nuestro problema de investigación necesitamos antes desplegar un panorama general sobre algunas tendencias ya existentes. Es obligado señalar que dicho panorama, aunque alarga la ruta de decantación de nuestro problema de investigación, es expresado aquí en forma sintética para marcar los deslindes necesarios. En consecuencia no se refleja en absoluto la riqueza de matices ni se hacen desarrollos teóricos ni menciones autorales.

Pues bien, para explicitar la naturaleza de nuestro proyecto comenzamos retomando tres vertientes esbozadas por Eduardo Bericat[4] que definen la relación entre discurso sociológico y emociones, esto es la forma y el estatuto que el discurso sociológico asigna al plano emocional. Estas son denominadas de la manera siguiente: la sociología de la emoción, la sociología con emociones, y la emoción en la sociología.

Bericat nos dice que La sociología de la emoción puede caracterizarse como una tendencia de la sociología que se preocupa de la amplísima variedad de afectos, emociones, sentimientos o pasiones presentes en la realidad social. La fundamentación capital para este campo de estudio se encuentra en el hecho de que la mayor parte de las emociones humanas se nutren y tienen sentido en el marco de su determinación social. Esto es, la naturaleza de las emociones está condicionada por la naturaleza de la situación social y el tipo de influencia en la que los hombres viven. Son expresión del riquísimo abanico de formas de relación social. Así, sólo tiene sentido estudiar emociones, sentimientos y afectos cuando se colocan en el marco de situaciones a patrones de moldeamiento e influencia social específica que las determinan. En consecuencia, la premisa de una “sociología de la emoción” es explicar como el ámbito social determina la producción y contenido de las emociones del ser humano. Lo anterior puede ejemplificarse con el siguiente esquema:


Bajo esta perspectiva queda claro que las emociones son incorporadas a la investigación social pero dentro un estatuto analítico condicionado, es decir, de tal forma que su incorporación sea sujetada a criterios y reglas del discurso sociológico. Si la forma de plantear su inclusión no se corresponde a tales criterios y reglas, luego entonces no son susceptibles de formar parte del discurso sicológico realizado. Es decir, se sigue conservando el criterio de que ellas corresponden a un nivel individual, por tanto requieren de ser colocadas bajo un ángulo de lectura que sea más pertinente al nivel de análisis de los procesos sociales.

La segunda corriente denominada sociología con emociones marca una variación con respecto a la anterior. Esta también se basa en la afirmación de que la sociología debe incluir las emociones como un elemento más a tener en cuenta, pero en términos de que sean incorporadas como componentes de sus objetos de estudio. Dicha postura también es, a su vez, una respuesta a la tendencia sociológica que dominó durante largo tiempo la cual, según se ha dicho, no consideraba en absoluto, o sólo marginalmente, el contenido emocional de los fenómenos sociales que investigaba. En este sentido, la “sociología con emociones” representa la voluntad de incorporar el componente emotivo a objetos de estudio particulares, como los que se han mencionado antes. Sin embargo, en esta modalidad el estatuto de las emociones como una dimensión accesoria generalmente proporciona sólo datos añadidos o meramente complementarios. Esto no niega que tal inclusión puede abrir la puerta a nuevas perspectivas, nuevas visiones de la realidad social que hubieran pasado desapercibidas de no atender a la estructura y a los procesos emocionales implicados en un fenómeno específico. Pero de todas maneras el ámbito emocional queda subsumido a objetos de estudio considerados más amplios, complejos y pertinentes al análisis social. Por lo mismo, aunque la relación entre sociedad y emoción se complejiza, se mantiene la premisa de que son los procesos sociales de cierto nivel de análisis los que contienen en su interior la clave para darle sentido a las dimensiones emocionales. Esto puede tipificarse en el siguiente esquema:

Aquí puede verse que el discurso sociológico incorpora a las emociones de la siguiente manera:
a) Como un elemento más a incluir dentro de ciertos mecanismos que operan en la constitución de las relaciones sociales
b) Estos mecanismos son a su vez desgloses que provienen de un objeto de estudio mayor (por ejemplo, comportamientos electorales, conflictos migratorios, movimientos sociales específicos, etcétera)
c) Estos objetos de estudio se corresponden al nivel de análisis adecuado al estudio de la sociedad y, por tanto
d) Sólo en su marco pueden cobrar sentido los elementos emocionales localizados al final de la cadena de razonamiento. Con ello los primeros determinan el sentido de los últimos, aún cuando hayan pasado por una serie de mecanismos o fenómenos concretos que los matizan o que son matizados por ellos

De hecho el resultado puede ser un esquema de relación entre lo social y la emoción semejante al citado en el primer caso, el de la sociología de las emociones, pero ampliado. Como se dice arriba, el papel otorgado a las emociones es de sólo un aspecto más, relacionado con otros fenómenos que, a su vez, son dimensiones de un objeto de estudio más amplio, pero específico. Sigue operando el criterio de qué cosa determina a qué otra, pero en una forma que se va desglosando en distintas operaciones de construcción analítica.

Las dos posibilidades anteriores (“Sociología de la emoción” y “Sociología con emociones”), que son formas de discurso sociológico, nos colocan dentro de un bucle de comprensión de lo social basada en ciertas preguntas de condicionamiento, influencia o causalidad ¿qué estuvo antes, la expresión emocional o los patrones de moldeamiento social?

Por último, Bericat afirma que la llamada emoción en la sociología puede dar la salida a estos círculos viciosos de determinación por medio de un cambio general en la forma como el discurso sociológico incorpora a las emociones. Esta tercer tendencia se ha identificado sobre todo con los trabajos de Thomas Scheff y se caracteriza por una premisa central, a saber, el que las emociones, afectos y sentimientos son “expresión directa del vínculo social y definen la naturaleza de este vínculo” (Papers 62, 2000, pág 151). Por tanto, la sociología requiere incorporar a la emoción en su estatuto metateórico fundamental (Sic), ya que toda teoría social contiene en su interior unos presupuestos generales sobre la naturaleza humana y su motivación. Lo interesante de esta tendencia es que el llamado estatuto metateórico se traduce en la construcción de teorías sociales para emociones específicas. Este es el caso de Scheff que elabora la “Teoría Social de la vergüenza y el orgullo”

Evidentemente que nuestro problema de estudio no se localiza dentro de las dos primeras tendencias sociológicas ya que no estamos interesados ni en discurrir sobre la forma en que la “sociedad” influye o determina el contenido emocional de personas, grupos o procesos generales. Menos aún captar los contenidos emocionales de un fenómeno particular bajo estudio. Por otro lado si bien compartimos la premisa fundamental de Scheff de que un vínculo social es en sí un vínculo afectivo, nos alejamos de su propuesta en tanto no estamos interesados por desarrollar teorías sociológicas de emociones particulares, ni entendemos lo metateórico a la manera de Bericat, es decir, en forma de paradigmas o corrientes más comprensivas (por ejemplo, Marxismo, funcionalismo, interaccionismo simbólico, psicoanálisis; o bien, hermenéutica o fenomenología) que sirven de referencia para “teorías de alcance medio” o teorías particulares.

Efectivamente, la naturaleza de nuestro problema de investigación se basa en cambiar el estatuto de las emociones, es decir, pasar su lugar dentro del discurso sociológico de un fenómeno (o complemento de fenómenos) ligado a objetos de estudio particulares (o generales) a otro que esté directamente relacionado con la producción del discurso sociológico en sí mismo. Pero esto último significa para nosotros una incorporación de lo emocional que permita funciones de problematización y razonamiento sobre la constitución de lo social. Es decir, independientemente de que, primero, se considere si lo social determina a lo emocional o a la inversa y, segundo, sin que la cualidad de lo emocional como categoría formadora de discursos sociológicos deba reflejarse directamente en un paradigma o corriente teórica más comprensiva. Menos aún para hacer una exégesis o estado del arte sobre el lugar que ocupan las emociones y lo emocional en las teorías sociales ya existentes. La naturaleza de nuestro problema y de nuestro proyecto es bastante diferente. Para nosotros el nuevo papel del plano emocional que pretendemos explorar se encuentra, por decirlo de una manera, en pasos previos a la lógica de construcción de una teoría o en el plano estricto de una epistemología de la teoría social. La incorporación de lo emocional para nosotros implica primero rastrear una ampliación de lo que se entiende por lo social o realidad social, sin adjetivo teórico o epistemológico de inicio. Más bien pretendemos insertar el análisis en el plano de ciertos criterios generales que se han asociado a la lógica de razonamiento en que reposa buena parte del discurso social, independientemente de las clasificaciones teóricas y de paradigmas.

Por otra parte, si bien dentro de la idea de la “emoción en la Sociología” es enriquecedor preguntarse que se entiende por vínculo social, para nosotros los rastreos sobre una nueva forma de construir discursos sociológicos exige tomar esta pregunta como cuestión subsidiaria o derivada de otra que consideramos más constitutiva para la fundamentación cognoscitiva. Nos referimos al problema del sentido y del sentido social que, hasta donde se sabe, es el terreno más pertinente, y no la del vínculo social, para atender, con el fin de disolver esa disyunción entre fenómenos subjetivos mediados racional, ideacional o simbólicamente con respecto a aquellos que no obedecen a estas mediaciones; así como para hacerle frente a esa dicotomía que separa analíticamente lo individual y personal de lo colectivo, societal e incluso histórico, en sus modalidades macrodinámicas. Dicotomías que, repetimos, han servido de eje para determinar cuales son los niveles de análisis asignados a la sociología y la construcción de su discursividad, además de que han asignado un estatuto de lo emocional en términos subsidiarios, menores o negativos; o como categorías afectivas particulares para teorías sociales particulares.

Con base en lo anterior nos proponemos explorar elementos para una nueva fundamentación cognoscitiva y discursiva del plano emocional que colabore:
a) A la disolución de las fronteras rígidas que se han establecido para la producción de sentido, como uno de los criterios fundamentales de constitución de las realidades sociales. Tales fronteras refieren específicamente a aquellas que han dicotomizado lo racional, cognitivo o simbólico y lo no racional, no cognitivo o no simbólico. Dejando a éste último plano como no pertinente para la producción del sentido social y por tanto fuera el discurso sociológico o como un mero complemento.
b) A la disolución de la lógica clasificatoria en planos o niveles con que se supone la sociedad se manifiesta, a saber: individual, social o colectivo, o bien individual, social y cultural, entre otros.
c) Y, por consecuencia, que permita incorporar a lo emocional dentro del discurso sociológico como una categoría por sí misma articulante y, por tanto, susceptible de ser tomado como uno más de los marcos comprensivos que conforman la constelación de las ciencias sociales.

Así, con el título de La sociedad como emoción o La sociedad emocional, problemas tales “constitución de lo social”, “realidad social” por ejemplo, son para nosotros un problema de articulación, vinculación y apertura de orientaciones, no de dicotomías que clasifican las realidades sociales dentro de planos establecidos con identidades cognoscitivas fijas, aunque después se quieran integrar bajo modelos de complejidad o sistémicos de distintos tipos.

Lo anterior nos obliga a poner en tensión y relación diversas formas de pensamiento que al abrir diferentes “cotos disciplinarios”, nos permitan conciliar, respetando sus matices, una secuencia de razonamiento proclive a formar los contenidos de este ángulo de lectura y, por tanto a ampliar el ámbito del propio discurso sociológico.

Con base en esta definición del problema acotamos los siguientes objetivos de inicio:

objetivos
Rastrear posturas de fundamentación cognoscitiva general que permitan recuperar EL PAPEL DE LO EMOCIONAL EN LA PRODUCCIÓN DE SENTIDO Y SENTIDO SOCIAL, con el fin de ensayar un NUEVO ESTATUTO DE LO EMOCIONAL EN EL DISCURSO SOCIOLOGICO. Esto implica para nosotros recuperar algunas posturas que no operaron o rompieron con la dicotomía de lo racional no racional.
Reconocer dentro de algunos aportes del pensamiento social perspectivas que involucren al plano emocional y que ofrezcan criterios y mecanismos no basados en razonamientos de tipo escalar ENTRE INDIVIDUO Y SOCIEDAD SINO CON AQUELLOS DE ARTICULACIÓN, VINCULACIÓN O DE MUTUA INTERDEPENDENCIA.
Desarrollar un planteamiento QUE PERMITA ELABORAR O RECONSTRUIR UNA TRAYECTORIA DE FILIACIÓN ENTRE EL PLANO DE FUNDAMENTACIÓN COGNOSCITIVA CON EL ESPECÍFICO DEL DISCURSO SOCIAL, TENIENDO COMO HILO CONDUCTOR A LO EMOCIONAL COMO PRODUCTOR DE SENTIDO.
Con base en los esbozos anteriores hacer algunos alcances sobre ejemplos de lectura de temas, problemas o fenómenos sociales que tienen de eje una perspectiva emocional, aun cuando tales ejemplos no se hayan producido para debatir el estatuto de lo emocional en la construcción del discurso sociológico.
.

Preguntas de investigación
¿Lo no objetivable, tematizable, o mediado por algún mecanismo cognitivo, racional, simbólico o ideacional produce sentido?
¿Si produce sentido, qué clase de sentido?
El plano emocional ¿cabe dentro de este campo de indagación?
Si es así ¿Qué clase de fundamentación cognoscitiva permite recuperar el papel de las emociones como productoras de sentido?
La indagación anterior ¿permite hablar de lo emocional como productora de sentido social? ¿En qué radica?
Lo social del sentido ¿responde a una clasificación basada en niveles de análisis?
El plano emocional ¿tiene cualidades para convertirse en una categoría comprensiva que trascienda la dicotomía clásica entre individuo y sociedad?
¿Qué clase de relaciones entre sociedad y emoción se establecen bajo esta forma de indagación?
De resolverse lo anterior ¿Estos criterios son suficientes para convertir a lo emocional en un marco comprensivo de los fenómenos de la vida social?
¿Puede, entonces, servir como criterio básico para la generación de discursos sociológicos?


Consideraciones metodológicas
La naturaleza del presente proyecto de investigación es fundamentalmente conceptual. Su materia prima son discursos provenientes de distintos ámbitos disciplinarios pero que tienen como criterio de selección el aportar elementos para responder a las preguntas arriba establecidas. En este sentido se plantea una secuencia de razonamiento que parta de ciertos órdenes del discurso que hemos llamado de fundamentación cognoscitiva, para proseguir con discursos, también de índole general que tienen presencia importante en el ámbito del pensamiento social y terminar con algunos ejemplos que permitan vislumbrar ese estatuto de lo emocional en los términos arriba señalados.
Si se quiere decir así, el análisis del discurso (discursos) que nos planteamos hacer descansa en ciertos criterios guía que también hemos expuesto. Hasta el momento pueden nombrarse los de sentido, sentido social, relación social, interdependencia mutua, composición, entre otros.
Por tanto no hablaremos de emociones concretas y diversas sino que pretendemos conjugarlas dentro del término “emoción” o “lo emocional” para dejar claro que se trata de un reino de realidad general con funciones de categoría, es decir, susceptible de acoger distintos contenidos y de permitir razonar distintas relaciones.
El índice que a continuación se presenta no es sólo una forma de exposición ordenada de capítulos. Pretende expresar, en sí mismo, la secuencia de razonamiento arriba descrita, por tanto es susceptible de cambios, exclusiones o nuevas adiciones discursivas que sirvan para argumentar nuestra tesis central de investigación. Por tanto también es parte de la estrategia metodológica que pretendemos seguir.


Estrategia general e indice tentativo

La sociedad como emoción
Hacia la construcción del criterio emocional como ángulo de lectura de lo social.


1. Racionalidad emocionalidad: criterios de aprehensión de la realidad y formas explicativas de la relación con el mundo.
a. Lógica de la razón Lógica del corazón.
b. Aprehensión intelectiva Aprehensión sensible.
(Scheler, Zubiri)

2. Individuo Sociedad. Hacia una fundamentación ontológica de lo social.
a. Relación mínima como forma fundamental de la conexión hombre-hombre.
b. Figuración como concepto clave para la comprensión del mundo socioindividual.
(Simmel, Elias)

3. Atmósferas de la vida emocional: Implicaciones en el orden desorden (Implicaciones en el ámbito de la vida misma).
a. Subjetividad emergente o exteriorización transpersonal del afecto.
b. Política como pasión.
c. Ética como fundamento valorativo de la sociedad como emoción.

Discusión

Bibliografía




[1] Ejemplo emblemático es Jean Delameau con su libro El miedo en Occidente, traducido al español por Taurus Ed. y publicado en México en 2005
[2] Algunos aspectos de estas líneas pueden reconocerse en el artículo de Joseph Ma. Fercgla “Cultura y emociones. Manifiesto por una Antropoloía de las emociones”, con dirección electrónica http://www.etnopsico.org/textos/emociones_cultura.tm
[3] Renato Rosaldo, Cultura y Verdad, México, Grijalbo/CONACULTA, 1989
[4] Bericat, E. La sociología de la emoción y la emoción en la sociología. Papers 62, 2000, pp. 145-176.

2 comentarios:

Rabia pura dijo...

no mames chicharras. la pinche pose intelectualoide no se les quita pero ni a madrazos.
bueno, cada quién con su vicio y sus pendejadas
cámara, un saludo.
israel

pd. de verdad alguién te lee?

Anónimo dijo...

Me ha servido bastante para un estudio personal que estoy haciendo bajo la fuerte creencia de que las emociones si constituyen un papel importante y determinante de muchos elementos de la vida social, estudio sociología y en ocasiones me incomoda ver que para muchos sociólogos solo existen individuos socializados y racionales que actúan en la sociedad a partir de convenciones y reglas interiorizadas y en un juego de roles escogido desde la conciencia cognitiva, temas mas esenciales como las emociones o la espiritualidad pueden dar pie a comprensiones de lo social que escapen un poco mas a los caprichos de algunos sociólogos por considerar a lo social como un constituyente único de la vida individual...